Jesús nació en Belén (Lucas 2:6-7). Pero en ese momento, todos los lugares de alojamiento estaban ocupados. ¡Que desesperación habrá sido para José y María! ¡María embarazada, pronta a dar a luz, y no había lugar dónde alojarse! Algo similar ocurre en las celebraciones de navidad. Llenamos la casa de tantas cosas y la mesa de tantas comidas y las celebraciones de tantas preocupaciones que no dejamos lugar para el Salvador Jesús.
El único lugar que María y José encontraron para que naciera el prometido Hijo de Dios, fue un establo. Allí, entre animales, pajas y un lugar casi a la intemperie nació el niño Jesús. Y un pesebre sirvió de cuna para el Señor. Un simple establo se convirtió en un lugar para el Rey.
Hay muchos corazones cerrados a Jesús porque están ocupados de muchas cosas. Pero en tu corazón Jesús quiere encontrar un lugar en donde vivir. Simplemente, por medio de la fe, puedes invitar a Jesús para que llene tu vida. Su ofrecimiento está en Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
Es bueno celebrar y regocijarnos en navidad, pero lo más importante es permitir un lugar en el corazón a Jesús. Porque no sólo quiere venir a tu vida a nacer, viene a traer la salvación y a reinar cada área de tu existir.
Si te sientes identificado con estas palabras, puedes hacer la siguiente oración, para invitarle como tu Señor y Salvador personal: “Señor Jesucristo, yo te necesito. Reconozco que Tú moriste por mis pecados. Te pido que entres a mi vida como Señor y Salvador, y hagas de mí la persona que Tú quieres que sea. Amén.”
Recuerda
Lo sustancial no es si tu mesa está llena de comida y bebidas o si recibirás muchos regalos. Lo que tiene que importar en esta navidad es que tu oración de gratitud por el gran don de navidad esté presente antes de cenar con la familia. Solo en Jesús encontrarás salvación y podrá reinar en ti el amor, la paz y la alegría, que también podrás compartir a otros.
¡Que tengas una Feliz Navidad!